En enero de 1968 el Comité Central obligó al presidente Antonín Novotný, un viejo comunista checo de los tiempos heroicos, a abandonar el cargo y a retirarse también de la secretaría del Partido. En su lugar la troika dirigente colocó a Alexander Dubček, un eslovaco veinte años más joven que su predecesor y famoso en su región natal por ser amigo de reformas y modernizaciones.
Dubček quería dirigir el Partido, no así el Gobierno, lo que suponía romper con la tradición comunista que fusionaba por la cumbre ambas instituciones. Para la presidencia de la ...
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